🌪️ Cuando el dolor no se ve, pero lo inunda todo
- Azucena LoRi
- 5 ago
- 3 Min. de lectura
No grita. No se enfrenta. No rompe cosas. Simplemente, se queda en su habitación. Silencio. Ausencia. Retraimiento. Y tú piensas: "Tal vez es cansancio, tal vez es solo su forma de ser."
Pero lo que ocurre en su interior es un torbellino: ansiedad que no deja dormir, pensamientos que no puede detener, una tristeza que no sabe explicar. Es lo que los expertos llaman un trastorno internalizante. Millones de adolescentes lo viven sin que nadie lo note.
📉 El sufrimiento silencioso de la generación ansiosa
Jonathan Haidt lo plantea con claridad: desde 2010, las curvas de ansiedad y depresión juvenil se han disparado. No es una moda, no es que hablen más del tema, es una epidemia real, profunda y sostenida.
En Estados Unidos, una de cada cuatro adolescentes ha tenido un episodio depresivo grave.
En Reino Unido, las hospitalizaciones por autolesiones aumentaron de forma alarmante.
Incluso en países con altos niveles de bienestar social, los síntomas de malestar psicológico replicaron el patrón.
Lo más doloroso es que los trastornos internalizantes no se ven fácilmente. No hay gritos. No hay caos.Hay resignación, aislamiento, autoexigencia extrema, pensamientos oscuros.
🧠 La ansiedad: una amenaza sin forma
La ansiedad no avisa, ni golpea la puerta. Se instala como una nube constante de anticipación negativa. El adolescente no le teme a algo puntual, le teme a todo:
A no ser suficiente.
A fallar.
A ser juzgado.
A decepcionar.
Y esa anticipación desgasta el cuerpo: tensión muscular, insomnio, fatiga crónica. Desregula el pensamiento: catastrofización, comparación constante, visión distorsionada. Lo desconecta de sí mismo y de los demás.
🌑 La depresión: cuando el mundo pierde color
La depresión no siempre es llanto. Puede ser inapetencia, desgano, dificultades para concentrarse, sensación de inutilidad. La vida deja de interesar. Lo que antes era placentero (amigos, pasatiempos, música) ya no produce nada.
En adolescentes, esto es doblemente doloroso porque están en plena construcción de identidad, en búsqueda de sentido. Si en ese momento sienten que nada tiene valor, el riesgo es alto. Por eso los pensamientos suicidas no son exageraciones, son pedidos de ayuda que no han sido escuchados.
📣 Cuando el cuerpo también habla: el lenguaje oculto del malestar
Estos trastornos no solo afectan la mente. Afectan el cuerpo: postura encogida, tono muscular bajo, ritmo circadiano alterado. Se confunden con “flojera” o “adolescencia normal”, pero en realidad son señales físicas de sufrimiento emocional.
Es hora de mirar más allá del comportamiento y preguntarnos:¿Dónde está doliendo?¿Dónde falta contacto, juego, vínculo, pausa?
🌱 Podemos cambiar el entorno. Y eso puede cambiar el destino.
La clave no está en curar al adolescente. Está en sanar el contexto que lo está enfermando. Los trastornos internalizantes surgen, en gran medida, cuando el entorno bloquea la exploración, el vínculo y la autonomía.
Y tú, como adulto, puedes cambiar ese entorno:
Conversaciones sin juicio.
Espacios reales para compartir sin pantallas.
Ritmos que respeten el descanso y la presencia.
Comunidad que abrace, en vez de exigir.
Más que ser terapeuta, necesitas ser testigo emocional, refugio seguro, compañía que escucha. Porque el dolor, cuando se nombra y se acompaña, empieza a transformarse.
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Porque muchas veces, lo que necesita un adolescente no es solución, sino alguien dispuesto a quedarse cerca cuando todo parece derrumbarse.
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