🧱 Cuando la fe no consuela… pero sigue llamando
- Azucena LoRi
- 5 ago
- 2 Min. de lectura
Ora, pero no siente, lee las Escrituras, pero no encuentra dirección, sabe que Dios está, pero no lo encuentra. Cree que algo está mal, que está perdiendo la fe, pero no, Peter Scazzero lo llama el Muro: ese momento en el camino espiritual donde todo se apaga para que algo más profundo pueda encenderse.
🌑 El Muro no es ausencia. Es purificación.
En la vida cristiana, a veces ocurre una pausa brutal. No es que haya pecado, no es que haya alejamiento. Es que la forma en que conocíamos a Dios ya no alcanza. Las disciplinas dejan de funcionar, las respuestas no bastan. La fe se siente hueca, árida, silenciosa.
Este momento, más frecuente de lo que creemos, no es una falla. Es una crisis de transformación. Una etapa donde el alma deja de buscar control y empieza a rendirse.
🔥 ¿Por qué lo llama “fuego purificador”?
Porque el Muro no es cómodo. Es despojo, incertidumbre. Es una “noche oscura del alma”, como diría San Juan de la Cruz. Pero también es oportunidad.
Para soltar el yo falso.
Para aceptar que no comprendemos todo.
Para dejar que Dios sea Dios y no una proyección de nuestras necesidades.
Quienes atraviesan el Muro, sin evadirlo, sin apresurarlo, suelen salir con algo más valioso que certezas: quebrantamiento, humildad, reverencia.
💬 “Ya no busco sentirlo. Solo quiero estar con Él.”
Esa frase, que muchos creyentes descubren en el Muro, revela una fe que ya no exige, ni prueba, ni presume. Es una espiritualidad menos ruidosa, más profunda. Una espiritualidad que:
Aprecia el misterio.
Se atreve a esperar.
Suelta los resultados.
Vive desde la presencia, no desde el rendimiento.
Es como mirar una vela. Ya no te deslumbra, pero te sostiene.
🛑 ¿Y si no se trata de salir… sino de quedarse?
Nuestro instinto frente al Muro es huir, buscar una nueva actividad, una nueva iglesia, una nueva interpretación. Pero Scazzero nos invita a habitarlo, como se habita una estación necesaria. Porque hay verdades que solo se revelan cuando estamos vulnerables. Y hay transformaciones que solo se alcanzan cuando no podemos forzarlas.
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Porque la espiritualidad que sobrevive al Muro no es más débil. Es más real.
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