top of page

🌒 El alma no crece si el corazón sigue herido

Una mujer se sienta en el último banco de la iglesia. Canta, sirve, ora. Pero cuando vuelve a casa, calla. Siente tristeza, rabia, confusión, pero las oculta. Le han enseñado que “tener fe” significa superar, no sentir. Que lo espiritual está por encima de lo emocional. Que si su corazón duele, debe “ponerlo en las manos de Dios” y seguir adelante.


Peter Scazzero afirma algo que cambia el mapa interior de muchos creyentes: No es posible crecer espiritualmente sin crecer también emocionalmente. Y esa frase, tan sencilla, es un umbral de honestidad profunda.

🕯️ ¿De qué sirve saberte amado por Dios si no puedes reconocerte a ti mismo?


Durante años, Scazzero lideró una comunidad, predicó con pasión, formó discípulos… y se desgastó por dentro. Su mundo emocional estaba fragmentado. No por falta de fe, sino por falta de conciencia emocional. No por rebeldía, sino por negación aprendida.


Reprimir emociones en nombre de la fe no sana. Solo posterga una fractura que, tarde o temprano, se vuelve quiebre. El autor vivió ese quiebre en su hogar, cuando su esposa Geri le dijo con firmeza:

“Te amo, pero así no quiero seguir viviendo.”


Fue ese terremoto el que reveló lo que había debajo: tristeza oculta, ira acumulada, heridas no nombradas. No bastaba con tener buenas intenciones. Había que descender, no al pecado, sino al yo verdadero.

🧊 La espiritualidad desconectada es como una copa sin fondo


Puedes llenarla con devociones, con lecturas, con actos nobles, pero si hay una grieta en la base (una emoción suprimida, un duelo no transitado, un patrón tóxico heredado) todo lo sagrado se filtra.

Muchos creyentes funcionan sin florecer. Son “espiritualmente activos”, pero interiormente desnutridos.


No porque les falte convicción, sino porque han aprendido a separarla del cuerpo, de las emociones, de las relaciones reales.

🔎 La fe auténtica se vive con todo lo que somos


No con una parte, no con lo que se ve desde fuera. Scazzero propone una espiritualidad que se detiene, observa y se permite sentir. Porque solo cuando la fe desciende al corazón con sus luces y sombras puede realmente transformarnos.


Y no se trata de psicologizar la religión. Se trata de encarnarla.


De vivir una espiritualidad que:

  • Reconoce la tristeza sin etiquetarla como falta de fe.

  • Aborda la ira sin culpa.

  • Acompaña el miedo con ternura.

  • Permite que el pasado sea visto, no solo negado.


Porque Dios no habita solo en lo que brilla. También en lo que duele.

🌱 El camino comienza por nombrar lo que callamos


Tal vez no sabes por dónde empezar, pero puedes preguntarte:

  • ¿Qué siento hoy, realmente?

  • ¿Qué emociones he aprendido a esconder, incluso ante Dios?

  • ¿Qué parte de mi historia aún necesita ser tocada por la gracia?


Responder estas preguntas no te aleja de lo divino, te acerca.


Porque la salud emocional no compite con la fe, la sostiene. 

📣 ¿Quieres aprender a integrar tu mundo emocional con tu vida espiritual?


Te invito al curso “Cuerpo, alma y vínculo: por una espiritualidad consciente”, donde exploramos cómo vivir una fe que no niega lo humano, sino que lo abraza para transformarlo.


Porque solo cuando la espiritualidad toca fondo puede elevarnos con verdad.

Comentarios


bottom of page