🧺 Cuidar sin rendir: el arte de sostenerse en lo cotidiano
- Azucena LoRi
- 14 oct
- 4 Min. de lectura
¿Y si cuidar no fuera una tarea, sino una forma de estar?
Hay días en los que no puedes con grandes decisiones así que no puedes con proyectos, ni con planes, ni con explicaciones. Pero puedes intentar con una taza de té, con tender la cama, con preparar algo sencillo, con mirar por la ventana y notar que el cielo sigue ahí.
Eso también es cuidar. Y cuenta, vale, más de lo que crees.
El cuidado no siempre se ve
Vivimos en una cultura que mide todo: resultados, eficiencia, impacto. Incluso el autocuidado se ha vuelto una lista de tareas que parece que cada vez es mucho más larga y compleja. Pero hay formas de sostenerse que no se pueden cuantificar, que no producen nada, no se publican ni se celebran.
Porque cuidar no es rendir, en el sentido de soportar y lograr y también en el sentido de tener que dar explicaciones.
Es cuidar. Y si mientras te cuidas notas que es una forma de resistir, genial, si no, no pasa nada, con cuidar es suficiente.
Qué significa cuidarse en invierno?
Durante los periodos de invernación emocional, el cuerpo pide pausa y la mente se vuelve más lenta. El entorno parece seguir sin ti y en medio de esa desconexión, el cuidado se vuelve más íntimo, más silencioso, más esencial.
No se trata de grandes gestos. Se trata de sostenerse en lo cotidiano:
Cocinar algo tibio, hay personas que beben chocolate porque les recuerda a la navidad o algunos tés porque era lo que bebían en los días lluviosos en casa.
Encender una vela, puede o no ser aromática, y si no tienes una hacer del espacio más acogedor tu guarida es suficiente.
Repetir una rutina que te da estructura, desde darte un minuto para intentar recordar lo que soñaste hasta cambiarte el pijama de una manera específica.
Elegir ropa que te abrace, puede que el clima no te permita llevar tu suéter favorito, pero qué tal esos zapatos que te permiten moverte con libertad y aquella playera que compraste porque el color te gusta.
Dormir sin culpa, claro, porque estamos acostumbrarnos a castigarnos diciendo “oh, hoy no fuiste muy productivo y como no es hora de trabajar, nos quedaremos despiertes hasta tarde viendo videos o el techo, lo que sea, pero no puedes dormir más de cinco horas. No lo mereces”. Basta de eso, el sueño no es un premio, dejemos de castigarnos con torturas propias de la guerra y los científicos locos.
Cuidarse no es repararse, para empezar porque no necesitas reparar nada, no estás descompuesto. Es acompañarse.
El refugio en lo cotidiano
Hay quienes encuentran consuelo en la cocina. No por el resultado, sino por el proceso. Amasar, cortar, hervir, batir, todos tus sentidos están ahí, oliendo la preparación, observando y sintiendo las consistencias, escuchando el clickclack de los utensilios y claro, probando de vez en cuando las mezclas. El cuerpo se mueve, la mente se aquieta. El tiempo se organiza en pasos simples y concretos y, por un momento, todo tiene forma. Por algo la mitad del mundo hizo que las vistas de los tutoriales de cocina crecieran tanto durante la pandemia.
La otra mitad del mundo decidió dedicarse a otras tareas, como limpiar, ordenar, y claro cuidar plantas, el término de la señora de las plantas también tuvo un auge en ese periodo. El punto es que las tareas que aparecen simples son también un sistema de protección. Tampoco debe ser visto como obligación, sino como ritual. Como forma de decir: estoy aquí. Estoy viva. Estoy haciendo lo que puedo y, ¿por qué no?, lo que quiero.
El cuidado como resistencia silenciosa
Sostenerse en lo cotidiano cuando todo parece desmoronarse es muy valiente. No porque sea heroico, y debamos recibir una medalla por eso (perdería el sentido totalmente porque hemos dicho que el punto no es ganar ni producir), sino porque es humano. Porque en lugar de exigirnos respuestas, nos damos permiso de estar, de respirar y de esperar a que sea momento de seguir.
Cuidar es resistir la lógica del rendimiento. Es decir: no tengo que producir para merecer descanso.
¿Y si el cuidado no tuviera que justificarse?
Hay cuidados que no se explican. Que no se entienden desde afuera. Como quedarse en casa cuando todos salen. Como decir no a una invitación. Como no contestar un mensaje. Como no tener nada que mostrar.
Y aún así, esos gestos sostienen. Son parte del abrigo interno que necesitamos para atravesar el invierno.
Cuidar a otros también cambia de forma
Durante la invernación, cuidar a otros puede volverse más difícil. Pero también más honesto. Ya no se trata de resolverles la vida, sino de estar cerca. De compartir silencio. De ofrecer presencia sin exigencias.
A veces cuidar es:
Escuchar sin interrumpir
Preparar algo sin que lo pidan
No juzgar su forma de sostenerse
Acompañar sin querer arreglar
El cuidado no siempre se nota. Pero siempre se siente.
¿Cómo saber si estás cuidando bien?
No hay una fórmula. Pero puedes preguntarte:
¿Estoy siendo amable conmigo en lo cotidiano?
¿Estoy respetando mis límites sin culpa?
¿Estoy sosteniéndome sin exigirme más de lo que puedo?
¿Estoy ofreciendo a otros lo que también necesito?
Si la respuesta es sí, entonces estás cuidando. Y eso es suficiente.
El cuidado como práctica, no como meta
Cuidarse no es algo que se logra. Es algo que se practica, día a día, gesto a gesto, receta a receta, de taza rota en taza rota y de planta seca en planta seca. Y es que a veces va a haber más claridad y otras veces habrá que hacer las cosas con torpeza. Solo intentemos tener presente la intención.
No se trata de hacerlo perfecto. Se trata de hacerlo posible.
"Invernando": El Arte de Florecer en Tiempos Difíciles
Si estás atravesando tu propio invierno emocional, este curso puede acompañarte . No te pedirá que te levantes antes de tiempo, pero puede ofrecer lenguaje, estructura y compañía para sostenerte mientras tanto.
Porque cuidar no es una tarea.
Es una forma de florecer en lo difícil.
.png)



Comentarios