La conversación prohibida: por qué debes separar el sueldo del crecimiento si quieres un equipo de alto rendimiento
- Azucena LoRi
- 16 oct
- 4 Min. de lectura
Piensa en la pesadilla burocrática conocida como “evaluación de desempeño”. Si eres emprendedora o directiva, probablemente la odias. Si eres empleada, la detestas. En la mayoría de las organizaciones, este proceso —que debería ser una herramienta de desarrollo— se ha convertido en un ejercicio reglamentario, lleno de política y frustración.
La raíz del problema es sorprendentemente simple: confundimos la evaluación con el desarrollo profesional.
El conflicto ocurre en la sala de juntas y en la oficina, cuando atamos el sueldo, las primas y los ascensos a la misma conversación sobre cómo mejorar.
La paradoja de la motivación intrínseca
La ciencia de la conducta ha demostrado un fenómeno crucial: la motivación intrínseca —el deseo natural de progresar, dominar una habilidad y hacer las cosas bien— es la clave del crecimiento personal. Casi todas las personas desean mejorar. Pero cuando introduces recompensas extrínsecas (dinero o una puntuación alta), la capacidad y la disposición para el aprendizaje comienzan a disminuir.
Imagínate que recibes una evaluación honesta que destaca áreas a mejorar. Si esa misma evaluación determina cuánto dinero recibirás, tu cerebro no escuchará el consejo de desarrollo: se centrará en discutir la puntuación y en defender tu trabajo para asegurar una mejor recompensa económica. La honestidad se vuelve peligrosa.
La solución para resolver este complejo problema de agendas y emociones es bochornosamente sencilla: nunca combines las conversaciones sobre gratificaciones con las conversaciones sobre desarrollo profesional.
La evaluación del desempeño es necesaria para distribuir recursos finitos (sueldos y primas), y debe ser un proceso riguroso y justo. El desarrollo, en cambio, es necesario para que tu equipo crezca. Si quieres que tu gente mejore, convierte el desarrollo en un intercambio continuo y seguro, separado por completo de los resultados económicos.
La arquitectura del desarrollo continuo
Una vez que separamos el dinero del coaching, podemos enfocarnos en la justicia y el crecimiento real:
1. Establecer metas ambiciosas
El proceso comienza por definir bien las metas. Adoptar el sistema de Objetivos y Resultados Clave (OKR) es fundamental. Estos deben ser ambiciosos, sabiendo que no siempre se alcanzarán. Si logras el 100 % de tus metas, significa que no estás apuntando lo suficientemente alto. Como se ha comprobado, si fijas una meta ambiciosa y fallas, aun así conseguirás algo notable.
2. La calibración, el alma de la justicia
Para garantizar que la evaluación sea justa, no puedes confiar únicamente en el jefe directo. La calibración es clave. Implica que grupos de líderes se reúnan para revisar y comparar todas las evaluaciones de empleados de equipos similares, obligando a los jefes a justificar sus decisiones ante un grupo, en lugar de basarlas en prejuicios o en la inmediatez de un error reciente. Este proceso suprime la injusticia y la parcialidad.
3. Gestionar los extremos (las dos colas)
Las mayores oportunidades para aumentar el desempeño no están en el promedio, sino en los extremos:
Pon bajo el microscopio a tus mejores empleados
Estudia con minucia a tu gente de más alto rendimiento para identificar y replicar sus comportamientos.
Ayuda a quien lo necesita
Enfoca tus recursos limitados en el 5 % de empleados de bajo rendimiento. En lugar de aplicar la norma de “o asciendes o te marchas”, comunica el bajo desempeño con pragmatismo compasivo. Ofrece formación y asesoramiento, o ayuda a la persona a encontrar un rol diferente donde pueda triunfar.
4. Transforma a tus empleados en profesores
La mayoría de los programas de formación son un derroche. La clave está en construir la competencia desde dentro, porque los mejores profesores ya trabajan contigo.
Retira a tus mejores vendedores o ingenieros de sus tareas (un pequeño porcentaje de su tiempo) para que enseñen a sus colegas. El rendimiento individual aumenta linealmente, pero la enseñanza aumenta geométricamente al mejorar las habilidades de muchos a la vez. Enfócate en la práctica deliberada: descomponer las lecciones en elementos asimilables, con retroalimentación clara y repetición constante.
El único indicador válido de que una inversión en formación funciona es que demuestre un cambio en la conducta de la gente, no solo que el curso les gustó o que aprobaron un examen.
Para liberar el potencial de tu equipo, necesitas dejar de tratar la gestión del desempeño como una burocracia y convertirla en una institución de aprendizaje constante. Esto requiere valentía para ser transparente, separar la compensación del desarrollo y mantener un enfoque inflexible en el crecimiento, a través de retroalimentación específica, calibrada y ofrecida por los mejores expertos: tus propios colegas.
El paso más transformador que puedes dar mañana es este: si estás a punto de dar un aumento o una prima, asegúrate de que la conversación sobre el dinero no incluya ni una palabra sobre el desarrollo. Programa la conversación de coaching para la semana siguiente. Deja que tu gente hable abiertamente sobre cómo mejorar, sin miedo a perder su recompensa.
Para profundizar en cómo implementar un sistema de objetivos (OKR) y un modelo de desarrollo basado en evidencia y alejado de la burocracia: Revisa el curso: Gestión de Talento: Principios y Estrategias. Enfoques innovadores para el desarrollo del talento.
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